Serie: Dogmática Escritural, Dios y Su Palabra.
Pregunta 14: Son las traducciones de la Biblia, ¿Infalibles e inerrantes como lo es la Escritura?
“La hierba se seca, y la flor se marchita; pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (Isaías 40:8).
Dios nunca prometió inspirar a los copistas y traductores para así preservar Su Palabra la cual no puede ser quebrantada (Juan 10:35). Lo que sí promete es preservar Él mismo Su Palabra ya inspirada entre las generaciones (Isaías 40:8, Salmo 12:6, 119:140). La Biblia como «Palabra de Dios» es infalible e inerrante en su totalidad como revelación de Dios divinamente dada (2 Timoteo 3:16), no así las obras de los copistas y traductores que reproducen dicha revelación.
Que Dios haya escogido preservar Su Palabra entre copias y traducciones no invalida en absoluto la inspiración e inerrancia de Su Palabra ni mucho menos Su soberanía y gobierno en ello. Pues cuando hablamos de «la Biblia» no hablamos de una traducción en específica sino de los 66 libros inspirados por Dios previo a toda copia y traducción.
Por eso, bien podemos decir que en los «apógrafos» se encuentran de forma pura los «autógrafos» inspirados por Dios, y por ende los apógrafos son «auténticos» por la Palabra de Dios inspirada en ellos. En otras palabras, aunque no tenemos los manuscritos originales si tenemos el texto original en las copias y traducciones presentes. Esto no por la labor de los copistas o traductores de preservar meramente el texto en sí, sino porque Dios en Su Providencia divina cumple Su promesa en preservar pura Su Palabra entre las generaciones.
Sobre la autenticidad de la Palabra de Dios en las copias, W. Gary Crampton dice;
”La precisión sobre la transmisión [de la Palabra de Dios] es atestiguada en la Biblia. Jesús por ejemplo predicó desde una copia de Isaías 61 (para esto ver Lucas 4:16-21), e indicó a otros que escudriñarán la Escritura (Juan 5:39). Sin embargo, en los tiempos de Jesús la Escritura era por seguro copias de los manuscritos originales. En 2 Timoteo 4:13 Pablo pide que sean traído a él los ’pergaminos’ (obviamente hablando de copias) con el fin de que él pudiera estudiar la Palabra de Dios desde la prisión. Además, él encomendó a los Tesalonisenses que examinarán las copias de los originales del Antiguo Testamento para ver si él y Silas estaban enseñando la verdad según las Escrituras (Hechos 17:11). En proverbios 25:1 leemos sobre ’los proverbios de Salomón’ los cuales eran copiados por los consejeros del rey Ezequías y eran considerados al final como la Palabra de Dios” [1].
Al final, es el mismo Espíritu de verdad siendo el Autor de la Escritura quien confirma Su Palabra Escrita mediante la Palabra transmitida y con la Palabra revelada. Pues “nuestra completa persuasión y seguridad de su infalible verdad y de su autoridad divina, proviene del Espíritu Santo que obra en nuestro interior, dando testimonio en nuestros corazones mediante la Palabra y con la Palabra” [2].
Base Escritural: (Juan 10:35, Isaías 40:8, Salmo 119:89, 140, 152, 160, 1 Pedro 1:24-25).
[1] W. Gary Crampton, ”By Scripture alone”, page 118. [2] Confesión de Westminster, capítulo uno sesión cinco.