¿Por qué Catequizamos a nuestro hijos y jóvenes? Porque parte de la fe Cristiana está la ética Cristiana, la cual juega un papel clave en la formación de hombres y mujeres del mañana. Donald Van Dyken, en su libro “Re-descubriendo el Catecismo” nos dice:
Las promesas de Dios de la continuación de su Iglesia de generación en generación fueron edificadas sobre sus promesas de operar en los corazones de los niños de su pueblo por medio de su Palabra y su Espíritu.
Por la fe en estas promesas brotó el inagotable celo de las Iglesias de la Reforma por catequizar a la siguiente generación en las grandes enseñanzas de la Reforma que se basaron en la verdad Escritural.
De este modo nuestros hijos y jóvenes deben ser instruidos constantemente;
— En el temor y reverencia a Dios (Proverbios 1:7)
— En el agradecimiento y amor a Dios por Jesucristo (1 Juan 3:16)
— En la responsabilidad individual (Levítico 5:17)
— En el Autocontrol y gobierno (2 Timoteo 1:7)
— En la honestidad (1 Juan 3:18)
— En el cumplimiento de toda promesa o palabra (Mateo 5:37)
— En evitar las deudas como pagar las que se tengan (Romanos 13:8)
— Sobre la puntualidad y el respeto al tiempo ajeno (1 Corintios 14:40)
— Sobre la iniciativa y creatividad (Salmo 1:1-3)
— Sobre ser sabios en los recursos que se tiene (1 Crónicas 29:11-12, Deuteronomio 8:18)
— Sobre el trabajo inteligente y arduo (Colosenses 3:23-24)
— Sobre el respeto y valorización a la propiedad privada personal como la del prójimo (Levítico 19:11)
En nuestro Catecismo de Heidelberg, en el Día del Señor 32 confesamos;
Pregunta 86. Si somos librados por Cristo de todos nuestros pecados y miserias sin merecimiento alguno de nuestra parte, sino sólo por la misericordia de Dios, ¿por qué hemos de hacer buenas obras?
Respuesta: Porque después de que Cristo nos ha redimido con su sangre, nos renueva también con su Espíritu Santo a su imagen; a fin de que en toda nuestra vida nos mostremos agradecidos a Dios por tantos beneficios y que Él sea glorificado por nosotros. Además de esto para que cada uno de nosotros sea asegurado de su fe por los frutos. Y finalmente para que, también por la piedad e integridad de nuestra vida, ganemos a nuestro prójimo para Cristo.
Por lo tanto, es nuestro gran deber como padres Cristianos, el no conformarnos a este siglo, sino el ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos nosotros y los nuestros, cuál es la buena voluntad de Dios la cual es agradable y perfecta (Romanos 12:2).