A continuación transcribo parte de los escritos olvidados [1] de este gran libro clásico de la fe cristiana, La soberanía de Dios de A.W. Pink [2]. —Capitulo omitido por The Banner of Truth [3]:
TEXTOS QUE COMPRUEBAN LA DOCTRINA DE LA REPROBACION (segunda parte).
Exposición: Pero ahora debemos considerar con más detalle el caso del Faraón el cual nos presenta un resumen y ejemplo de la gran controversia entre el hombre y su Creador.
“Porque hasta ahora yo habría podido extender mi mano para herirte a ti y a tu pueblo con una plaga tal que ya habrías sido eliminado de la tierra. Pero por esto mismo te he dejado con vida, para mostrar mi poder y para dar a conocer mi nombre en toda la tierra” (Exo.9:15,16).
Sobre estas palabras queremos comentar lo siguiente….
Primero: Sabemos que el Faraón fue herido por Dios, herido en medio de su maldad, herido no por enfermedades que siempre acompañan a la edad avanzada, ni herido por lo que los hombres llaman “accidente“, sino que fue herido por la acción inmediata de la mano de Dios.
Segundo: Está claro que Dios levantó al Faraón para esto: para herirlo (por “herirlo” en lenguaje del Nuevo Testamento, quiere decir “destruirlo”). Dios nunca hace nada sin tener antes un designio. Al darle al Faraón la existencia, al preservarlo desde su infancia y juventud, al ponerle sobre el trono de Egipto, Dios tuvo un propósito en mente. Que tal fue el propósito de Dios, se ve claramente en Sus palabras a Moisés antes de descender a Egipto a demandar del Faraón que el pueblo de Jehová tuviera libertad para hacer un viaje de tres días en el desierto para Adorarle: “Y Jehová dijo a Moisés: Cuando estés de regreso en Egipto, haz en presencia del faraón todas las señales que he puesto en tu mano. Sin embargo, yo endureceré su corazón, y él no dejará ir al pueblo.” (Exo.4:21). No solamente ocurrió así, sino que el designio de Dios en este acontecimiento fue declarado mucho tiempo antes. 400 años antes de este hecho, Dios había dicho a Abraham: “Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no será suya, y los esclavizarán y los oprimirán 400 años. Pero yo también juzgaré a la nación a la cual servirán, y después de esto saldrán con grandes riquezas”. (Gén.15:13,14). De estas palabras vemos que la nación y su rey fueron considerados en un solo juicio y que el propósito de Dios hacia ellos fue formado mucho antes de dar al faraón la existencia.
Tercero: Un examen del modo de proceder de Dios con el faraón demuestra que el rey egipcio era en verdad “un vaso preparado para destrucción”. Puesto que el trono de Egipto, con el control del gobierno en sus manos, Faraón se sentó como cabeza de la nación que ocupó el primer lugar entre las naciones del mundo. No hubo otro monarca sobre la tierra capaz de controlar u ordenar al Faraón. A tal altura fue levantado este reprobado por Dios, y tal cosa era necesaria para prepararle para su destino final, porque es una verdad evidente que Dios ha establecido que “Antes de la quiebra esté el orgullo; y antes de la caída, la altivez de espíritu”. Además, y este es un punto muy importante, Dios quitó del Faraón la única cosa que podía servirle como freno. El dar al Faraón poderes sin límite de rey era lo mismo que ponerle arriba de toda influencia y control legal. Pero además Dios quitó a Moisés de su presencia y de su reino. Si Moisés, quien era experto en el modo de pensar de los egipcios por haber sido criado en la misma casa del Faraón, hubiera quedado cerca del trono, entonces su ejemplo e influencia habrían sido un poderoso freno sobre la iniquidad y la tiranía del rey. Esta debió ser una de las razones por las que Dios mandó a Moisés a Madián, porque fue durante su ausencia que el inhumano rey formó sus edictos crueles. Dios se propuso al quitar este freno, darle al Faraón plena oportunidad de llenar la copa con sus pecados y prepararle para su merecido fin.
Cuarto: Dios le “endureció el corazón así como dijo que lo iba a hacer” (Exo.4:21). Aconteció de acuerdo con la Escritura que declara “Como una corriente de agua es el corazón del rey en la mano de Jehová, quien lo conduce a todo lo que quiere”. Como cualquier rey, el corazón del Faraón estaba en la mano de Jehová, y Dios tenía el derecho y el poder para inclinarlo en contra de lo correcto. Dios determinó no dejar al Faraón ceder a las demandas de Moisés, de dejar ir a Israel. Y para lograr esto Dios endureció el corazón del Faraón.
Quinto: Es de mucho valor notar como la vindicación de los hechos de Dios para con el Faraón ha sido atestiguada. ¡Qué interesante es notar que el testimonio del Faraón mismo está a favor de Dios y en contra del rey!. En Éxodo 9:15 y 16, aprendemos como Dios contó al Faraón el propósito por el cual él había sido levantado, y en el versículo 27 del mismo capítulo leemos que el Faraón dijo: “He pecado esta vez. Jehová es el justo; yo y mi pueblo somos los culpables”. Fíjense que esto dijo después de saber que Dios le había levantado para “herirle“, después del juicio de Dios, después de haber endurecido el mismo su propio corazón. Ya para este tiempo el Faraón estaba listo para su fin, estaba preparado para decidir si era Dios quien le había injuriado a él o era él quien buscó injuriar a Dios; y confesó que había “pecado” y que Dios era “justo”. Tenemos el testimonio de Moisés quien estaba bien enterado del asunto; Moisés oyó en el principio acerca del propósito de Dios en relación al Faraón, era testigo del proceder de Dios con el Faraón, había observado la paciencia divina demostrada hacia este vaso de destrucción, y al final había sido testigo del juicio en el Mar Rojo. ¿Cuál fue la impresión que tuvo Moisés? ¿Protesta que fue una injusticia? ¡No! lejos de eso. Más bien dice:
“¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, majestuoso en santidad, temible en hazañas dignas de alabanza, hacedor de maravillas? (Exo.15:11).
¿Fue movido Moisés por un espíritu vindicativo cuando vio al enemigo de Israel “herido” por las aguas del Mar Rojo?. Seguramente no. Pero observen esto, los santos en el cielo después de haber sido testigos de los juicios de Dios juntos cantan “el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones”. Aquí está el clímax, la plena y final vindicación del proceder de Dios con el Faraón: los santos en el cielo cantando el cántico de Moisés, en el cual ese siervo de Dios celebró glorificando a Dios por haber “herido” al Faraón y su ejército, declarando que en tal hecho Dios nos es injusto sino justo y verdadero. Y nosotros también tenemos que creer que el juez de toda la tierra hizo bien en crear y destruir este vaso de destrucción, el Faraón.
[1] Versión publicada al español por The Banner of Truth - 1° Edición 1966 (Mercado libre). [2] Con revisiones más recientes pero completa la obra en ingles: www.chapellibrary.org/files/3913/7643/2884/aogo.pdf [3] Traducción al español cortesía de Camino, verdad y vida. (sitio web).
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