(“La promesa del pacto,” an excerpt from Doctrine According to Godliness)
Uno de los más preciosos aspectos del pacto de Dios es la promesa por la cual Dios nos hace conocer Su pacto. En esa promesa Él muestra que Su pacto realmente es un pacto de gracia. Por esa promesa Él multiplica misericordia y agrega gracia sobre gracia sobre nosotros.
Esa promesa se encuentra repetidamente en la Escritura y es una especie de fórmula de pacto. Con unos cambios menores de palabras, es esta la Palabra de Dios;
“Yo seré vuestro Dios y ustedes serán mi pueblo” (Génesis 17:7-8, Deut 7:6, 2 Corintios 6:16, Apoc 21:3).
Uno no podría imaginar una mejor promesa que eso o algo mayor, que el tener a Dios como nuestro Dios, conociéndolo a Él, amándolo a Él y teniendo compañerismo con Él. Ahora, aún Dios al añadir gracia sobre gracia y bendiciones sobre bendiciones, sin embargo, eso no es toda la promesa del pacto.
En Su misericordia Dios añade a esta promesa que, Él también será el Dios de nuestros hijos. Aunque nosotros mismo no merecíamos nada de Él, Él no solo promete nuestra salvación sino también Él la promete a nuestros hijos. ¡Qué gracia inexpresable!
Esa Palabra de Dios con respecto a los hijos de los creyentes es también parte de la promesa del pacto, tanto en el viejo y nuevo Testamento. Primeramente se encuentra en Génesis 17:7-8 en el comienzo del trato de Dios con Abraham. Luego se encuentra de nuevo al comienzo de la historia de la Iglesia del Nuevo Testamento en Hechos 2:39.
Nosotros debemos de entender que esta promesa nunca fue, y nunca será, una garantía que Dios salvará a cada uno de nuestros hijos. Siempre hay Esaus y Caines en las familias del pueblo de Dios, para su gran dolor. La promesa de Dios es que Él continuará Su pacto con Su pueblo y sus familias, y que ellos —con sus familias y en sus generaciones— no serán cortados de la promesa.
Esta es la promesa que es conmemorada y significada cuando los infantes de los creyentes son bautizados. Esta es la promesa que motiva toda instrucción y disciplina del pacto y da la garantía que estos serán efectivos. Es la promesa por la cual Dios nos muestra cuan grande Su gracia es.
Queremos enfatizar, también, que es una promesa, un juramento por Dios quien no cambia y quien no miente. Eso es algo que los padres mantienen a través de todas las pruebas y tribulaciones en la crianza de una familia. Es una razón para ellos de continuar orando cuando un hijo o hija es rebelde y desobediente.
Que Dios por esta preciosísima de todas Sus promesas, muestre a muchos la gracia y fidelidad de Su pacto (Salmo 25:14)
Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 66-67.
Título en inglés: The Covenant Promise.
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