Serie: Dogmática Escritural, Dios y Su Palabra.
Pregunta 46 Entonces, ¿Qué es la predestinación en sí?
Una observación general del tema
Luego de haber hablado sobre las características de los decretos de Dios en un sentido amplio, ahora pasemos hablar de los decretos de Dios en un sentido estrecho, particularmente sobre el propósito de Dios en Su creación y la salvación y condenación de los hombres según el consejo sabio de Dios. Si existe alguna doctrina cristiana que causa mucho malestar a las personas es sin duda la doctrina de la predestinación en relación a la salvación y condenación de los hombres. La dificultad radica en el hecho de que no existe otra doctrina en la Biblia que tan claramente muestra que Dios es Dios y que el hombre es tan solo un hombre creado para la gloria de Dios. De ahí que el hombre natural, por su corazón orgulloso y pecador, repudie, rechace e incluso blasfeme contra Dios por esta doctrina.
Sin embargo, porque esta doctrina es claramente enseñada en toda la Escritura, y porque Dios así ha querido revelar Su voluntad Soberana con el fin de consolar y santificar a Su pueblo escogido, es que debemos no solo hablar de esta doctrina, sino también enseñarla, predicarla y defenderla cuando esto nos sea necesario, pues todo el consejo de Dios debe ser predicado, enseñado y defendido por Su pueblo para la gloria de nuestro gran Trino Dios.
La doctrina definida
Empecemos diciendo que la predestinación en sí, y como la palabra en sí lo indica, significa que Dios ha decretado, determinado y preordenado desde antes de la fundación del mundo, el destino final de todas las cosas incluyendo las propias criaturas y los medios ha realizar para alcanzar dicho fin. Con esta breve definición lo que queremos decir como también distinguir es que en el consejo eterno de Dios existe tanto un objetivo principal en la predestinación de Dios como también los elementos subordinados que sirven aquel objetivo principal. Es decir, Dios tiene un fin supremo en mente como también los elementos que deben servir a dicho fin.
En las palabras de W. a Brakel (1635—1711) leemos; “El objetivo último de un plan es que este es concebido primero y ejecutado luego. Esto es mucho más verdad del único Dios sabio y Sus decretos divinos… Él decreta primeramente el fin luego los medios para alcanzar ese fin.” [1]
De este modo y en las palabras de Herman Hoeksema (1886-1965), queremos presentar el orden de los decretos de Dios sobre la predestinación, de la manera siguiente:
Primeramente decimos que, “Dios concibe y decreta todas las cosas en Su decreto eterno para mostrar Su propio Nombre, que es, para la gloria de Su Nombre y el reflejo de Sus divinas e infinitas virtudes y vida. Como lo mayor en Dios es Su propia vida pactual, Él quiso establecer y revelar Su pacto en Cristo, y todas las otras cosas en el consejo de Dios están relacionadas con aquel propósito principal de Dios como medios. Por esta razón obtenemos el siguiente orden de los decretos:
- Dios quiso revelar Su propia gloria eterna en el establecimiento de Su pacto.
- Para la realización de este propósito, el Hijo eterno de Dios vino a ser el Cristo, la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura, para que en Él, como el primer resucitado de la muerte, pudiera habitar la plenitud de Dios.
- Para eso, Cristo y la revelación de toda Su plenitud, la iglesia y todo electo que la forma es predestinado. En el decreto de Dios, Cristo no es designado para la iglesia sino que la iglesia para Cristo. La iglesia es Su cuerpo y sirve al propósito de revelar la plenitud que hay en Él.
- Con el fin de asegurar a la iglesia de Cristo, y por lo tanto, la gloria misma de Cristo, los réprobos son predestinados como vasos de ira. La reprobación sirve al propósito de la elección como la paja sirve para hacer crecer al trigo. Esto está en armonía con el pensamiento de la Escritura en Isaías 43:3-4: “Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.”
- Finalmente, en el consejo eterno de Dios, todas las demás cosas, tanto en el cielo y la tierra son predestinadas como medios para asegurar tanto la elección y la reprobación, y por consiguiente, de la gloria de Cristo y Su iglesia. Porque en el decreto de Dios todas las cosas son concebidas de esta manera, todas las cosas deben trabajar para el bien de aquellos que aman a Dios, a aquellos que son llamados de acuerdo con Su propósito eterno. A la luz de todo esto podemos también entender cuando la Escritura enseña que, “Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.” (1 Corintios 3:21-23). [2]
Por esta razón la teología Reformada está en lo correcto al enfatizar que la razón y el propósito de todas las obras ad extra de Dios es Su propia gloria. Dios le ha placido auto gloriarse y auto revelarse en el establecimiento de Su pacto eterno siendo Cristo la revelación plena de dicha bendición como también el fundamento firme para el establecimiento de esta relación de amistad entre el Dios Trino y Su pueblo electo. En las palabras de Thomas Goodwin; “El propósito supremo de Dios no fue traer a Cristo al mundo por nosotros sino nosotros a Cristo según su elección eterna.” [3]
[1] Wilhelmus à Brakel, The Christian's Reasonable Service, Vol I, página 214. [2] Herman Hoeksema, Reformed Dogmatics, Vol I, páginas 236-237. [3] Thomas Goodwin, A Puritan Theology, Doctrine for Life, Joel R. Beeke & Mark Jones, página 149.