Ya que hemos hablando un poco del problema actual que presenta la iglesia visible en relación al perspectivismo, es bueno pasar a estudiar en breve acerca de lo que la iglesia de Cristo ha entendido con la perspicuidad de la Escritura.
La palabra perspicuidad habla sobre aquella facultad inteligible que algo posee para ser comprendido y entendido con claridad, en este caso, la doctrina de la perspicuidad de la Escritura habla sobre aquella facultad inteligible que la Escritura posee en sí misma para ser comprendida y entendida con claridad. La iglesia del Señor ha reconocido históricamente de una u otra forma esto, como bien lo expresa la Confesión de Fe de Westminster cuando dice:
Todas las cosas en las Escrituras no son igualmente evidentes en sí mismas, ni igualmente claras para todos. Sin embargo, todas aquellas cosas que son necesarias obedecer, creer y observar para la salvación están claramente propuestas y expuestas en uno u otro lugar de las Escrituras, para que no sólo los eruditos, sino también los que no son eruditos lleguen a una comprensión suficiente de ella mediante el debido uso de los medios ordinarios. (Cap 1, sec 7)
Así la iglesia de Cristo ha reconocido que partes de la Escritura en relación a la salvación y vida cristiana son claramente propuestas y expuestas en uno u otro lugar de las Escrituras, y que otras partes no son igualmente evidentes en sí mismas, ni igualmente claras para todos, sino difíciles de entender en primera instancia, como el mismo apóstol Pedro lo dice haciendo referencia a los escritos Paulinos (2 Pedro 3:15-16). Pero aun estas porciones de la Escritura que son difíciles de entender, no son porciones ininteligibles en sí mismas, solo que no son igualmente evidentes como otras lo son. Ya que aunque existan ciertas partes difíciles de entender, no implica que sean imposibles de entender.
La iglesia ha estado en armonía con la Escritura al afirmar que las partes difíciles de entender de la Escritura pueden ser entendidas a la luz de otras porciones más claras. Esto a diferencia de Roma, quienes enfatizan que la Escritura es oscura para el mayor porcentaje de creyentes, e insisten que solo los clérigos entrenados pueden al final entenderla correctamente. La Reforma protestante respondió con la doctrina de la perspicuidad de la Escritura a este error de Roma, afirmando así que la Biblia fue escrita de tal manera que el creyente promedio, y no solo los escolares, pueden entenderla.
A continuación haremos un breve repaso a ciertas citas hechas a lo largo de la historia para corroborar lo que la iglesia del Señor a entendido en relación a esta doctrina.
Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados [el Antiguo Testamento], para nuestra enseñanza se escribió [para el Cristiano en general], a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza. (Romanos 15:4)
Ireneo de Lyon, en su obra excelente “Contra los herejes” escribió:
10,1. [los herejes] Cuando pretenden interpretar los pasos oscuros de las Escrituras (oscuros no en cuanto se refieran a otro Dios, sino a las Economías de Dios) fabrican a otro Dios, como hemos explicado, trenzando redes de arena para hacer degenerar las cuestiones más importantes en otras de menor monta. Porque una pregunta no se resuelve transformándola en otra; ni habrá persona sensata que trate de aclarar un pasaje oscuro por otra oscuridad, o un enigma por otro; sino que tales pasajes deben resolverse mediante otros que sean claros, evidentes y relacionados con éstos. [1]
Como también:
27,1. Una mente sana y religiosa que ama la verdad, sin peligro alguno pone la capacidad que Dios concedió a los seres humanos al servicio de la ciencia, y con un constante estudio podrá progresar en su conocimiento de las cosas. Por éstas quiero decir aquellas que día tras día suceden ante nuestros ojos, y también aquellas que las palabras de la Escritura tratan en forma abierta. Por eso se deben interpretar las parábolas sin métodos ambiguos: quien de esta manera las entiende, no correrá peligro, y todos deben explicar las parábolas de modo semejante. Haciéndolo así, el cuerpo de la verdad permanecerá íntegro, siempre adecuado a los miembros y libre de distorsiones. En cambio, cuando se aplican cosas ocultas y que no están a la vista, a la interpretación de las parábolas, como a cada uno se le antoja, desaparece toda regla de la verdad; pues cuantos fueren los expositores de las parábolas, otras tantas serán las verdades opuestas entre sí y provocarán doctrinas contradictorias, como sucede con las cuestiones de los filósofos paganos.
Todas las Escrituras, los profetas y el Evangelio, predican abiertamente y sin ambigüedades -a quienes puedan escuchar, aunque no todos crean-
De este modo toda la Escritura que Dios nos ha dado nos parecerá congruente, concordarán las interpretaciones de las parábolas con expresiones claras, y escucharemos las diversas voces como una sola melodía que eleva himnos al Dios que hizo todas las cosas. [2]
Luego vemos a Agustín hablando de la claridad de la Escritura sobre pasajes oscuros y de un entendimiento preciso obtenido por la Escritura en su totalidad:
Después se han de investigar con gran cuidado y diligencia aquellos preceptos de bien vivir y reglas de fe que propone con claridad la Escritura, los cuales serán encontrados en tanto mayor número, en cuanto sea la capacidad del que busca. En estos pasajes que con claridad ofrece la Escritura se encuentran todos aquellos preceptos pertenecientes a la fe y a las costumbres, a la esperanza y a la caridad, de las cuales hemos tratado en el libro anterior. Después, habiendo adquirido ya cierta familiaridad con la lengua de las divinas Escrituras, se ha de pasar a declarar y explicar los preceptos que en ellas hay obscuros, tomando ejemplos de las locuciones claras, con el fin de ilustrar las expresiones obscuras, y así los testimonios de las sentencias evidentes harán desaparecer la duda de las inciertas. [3]
Por eso el Espíritu Santo magnífica y saludablemente ordenó de tal modo las santas Escrituras, que, por los lugares claros, satisfizo nuestra hambre, y por los oscuros, nos desvaneció el fastidio. [4]
No digo en tenerlas muy leídas [la Escritura] y en saberlas de memoria, sino en calar bien su esencia y en indagar con ahínco sus sentidos. Porque hay algunos que las leen y las descuidan; las leen para retenerlas de memoria, y descuidan entenderlas. A los cuales sin duda deben preferirse los que no tienen tan en la memoria sus palabras, pero ven el corazón de ellas con los ojos de su espíritu. Pero mejor que ambos es aquel que cuando quiere las expone y las entiende a perfección. [5]
Crisostomo diría que:
Todas las cosas que son clara y abiertamente están en la divina Escritura; las cosas necesarias todas están plenamente en ella. [6]
Gregorio Magno señaló:
“En su sentido más obvio, [la Escritura] tiene comida para alimentar a los más pequeños. En su significado secreto, puede ordenar la admiración de las mentes más ilustradas. Es casi como un río, tanto superficial y profundo, en el que un cordero puede caminar como nadar un elefante.” [7]
Continuará…
[1] Ireneo de Lyon Contra los herejes cf. II, 10,1. [2] Ireneo de Lyon Contra los herejes cf. II, 27,1-2, 28,3. [3] Agustín de Hipona, sobre la doctrina Cristiana cf. II, 9. [4] Agustín de Hipona, sobre la doctrina Cristiana cf. II, 8. [5] Agustín de Hipona, sobre la doctrina Cristiana cf. IV, 7. [6] Crisostomo, homilías sobre la primera a los Tesalonicenses. [7] Gregorio Magno, "epístola", 4.