Institución divina del matrimonio
El matrimonio es una institución divina, establecida por Dios en el principio de la creación. En Génesis 2:18-24, vemos cómo Dios formó a la mujer (la cual es según la imagen de Dios; Génesis 1:26-27) de la costilla del hombre y la presentó a él como su compañera idónea (ezer kenegdo: “aliada necesaria” no contraria o sierva-inferior).
Este acto no solo subraya la creación de la mujer como igual al hombre, sino también como su complemento necesario. Además, en Mateo 19:4-6, Jesús reafirma esta verdad, recordándonos que lo que Dios ha unido, el hombre no debe separar. Estas Escrituras establecen que el matrimonio no es una mera convención social, sino una ordenanza divina destinada a cumplir propósitos específicos y sagrados.
Propósitos del matrimonio según la Confesión de Westminster
La Confesión de Westminster, en su Artículo 24, expone tres propósitos principales del matrimonio:
- Mutua ayuda entre el esposo y la esposa: El matrimonio está diseñado para que los cónyuges se apoyen mutuamente en todas las áreas de la vida.
- Multiplicación de la humanidad por generación legítima: A través del matrimonio, se garantiza la procreación y el crecimiento de la raza humana de manera legítima.
- Prevención de la impureza: El matrimonio proporciona un contexto moralmente adecuado para la satisfacción de los deseos sexuales, protegiendo así a los individuos de caer en la impureza.
La mutua ayuda en el matrimonio
Efesios 5:21-32 presenta una imagen clara de cómo debe ser la relación matrimonial basada en la mutua ayuda y el amor sacrificial. El apóstol Pablo compara la relación entre esposo y esposa con la relación entre Cristo y la iglesia. Este pasaje resalta que los esposos deben amar a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, mientras que las esposas deben someterse a sus esposos como la iglesia se somete a Cristo. Aquí vemos cómo el esposo es llamado primero al servicio y cómo la esposa se adhiere a tal ejercicio piadoso sosteniéndose a su amado.
La cabeza como siervo humilde
Una distinción crucial que hace Pablo es la naturaleza del liderazgo en el matrimonio. Cristo es la cabeza de la iglesia, de dos formas; 1) por su naturaleza divina y 2) por su estado de humillación. Es esto último que todo esposo debe imitar, es decir, un liderazgo que se caracteriza por el servicio y el sacrificio, no por una autoridad a priori que el esposo posee.
San Ambrosio (o cierto padre con el mismo nombre), en su comentario sobre Efesios 5:24, subraya que; “He aquí la analogía de Pablo: Así como la iglesia tiene su origen en Cristo y, por lo tanto, está sujeta a Él, así también la mujer tiene su origen en el hombre y está sujeta a él. Sin embargo, hay una diferencia crucial entre Cristo y la iglesia en comparación con el hombre y la mujer. La diferencia esencial es que la mujer es de la misma naturaleza que el hombre. La iglesia, por otra parte, puede participar de Cristo en nombre, pero no en naturaleza.” Epistle to the Ephesians (5.24).
Perspectivas de los Padres de la Iglesia
Los Padres de la Iglesia ofrecen ciertas reflexiones rescatables sobre la relación matrimonial. Por ejemplo, Teodoreto de Ciro destaca que las instrucciones de Pablo están dirigidas a los piadosos, aquellos que han sido formados en la vida cristiana. La sumisión mutua y el amor sacrificial son características de una relación matrimonial piadosa, donde ambos cónyuges ponen las necesidades y deseos del otro por encima de los propios, en una muestra tangible de su devoción a Dios (Epistle to the Ephesians (5.24).
Crisóstomo resalta la importancia de la armonía en el hogar. Un matrimonio basado en amor y servicio mutuo no solo beneficia a los cónyuges, sino también a sus hijos y a la comunidad en general. La armonía en el hogar es una fragancia dulce que afecta positivamente a todos los que están alrededor (Homily on Ephesians (20.5.55).
Conclusión
El matrimonio, tal como fue instituido por Dios, es una relación de mutua dependencia, amor y servicio. La enseñanza bíblica y los comentarios de los Padres de la Iglesia nos recuerdan que, en el matrimonio, cada cónyuge debe buscar el bienestar del otro, reflejando así el amor sacrificial de Cristo por su iglesia. Este modelo no solo fortalece la relación matrimonial, sino que también sirve como un testimonio poderoso de la gracia y el amor de Dios en el mundo.