La influencia de una mujer sobre el hombre en buen orden

La discusión sobre el papel de la mujer en la iglesia y en la vida de los creyentes ha sido un tema recurrente en la teología cristiana. En su obra “Recovering Biblical Manhood and Womanhood”, John Piper argumenta que la influencia directa y personal de una mujer sobre un hombre puede ofender el sentido de responsabilidad y liderazgo que Dios ha dado al hombre. Sin embargo, es crucial examinar esta postura a la luz de las Escrituras, considerando el llamado de Cristo y las exhortaciones apostólicas sobre la mutualidad y el servicio en el cuerpo de Cristo.

Piper dice: “en la medida en que la influencia de una mujer sobre un hombre es personal y directa, generalmente ofenderá el buen sentido de responsabilidad y liderazgo que DIOS le ha dado a un hombre, y por lo tanto contradirá el orden creado por DIOS”. (A Vision of Biblical Complementarity,” in Recovering Biblical Manhood and Womanhood, John Piper and Wayne Grudem, page 51).

En cambio…

El Señor nos dice: “todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.” (Mateo 12:50).

Y Pablo dice: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros; 1) enseñándoos y 2) exhortándoos unos a otros en toda sabiduría” (Colosenses 3:16).

Como también: “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros.” (Romanos 15:14).

Y también: “Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras. […] Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.” y “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos…” (1 Tesalonicenses 4:18; 5:11, 14).

Y también: “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan” como también “Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan.” (1 Tesalonicenses 5:12; 1 Corintios 16:15-17).

Y por último el autor de Hebreos: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:24-25).

El enfoque de Piper subraya una visión complementaria del rol de género, pero la Escritura presenta una dinámica de mutualidad y edificación en la comunidad cristiana. Jesús redefine las relaciones familiares en términos espirituales, destacando que quienes hacen la voluntad de Dios son hermanos y hermanas. Las cartas de Pablo y otros apóstoles animan a los creyentes a enseñarse, exhortarse, amonestarse y edificarse mutuamente, sin hacer distinciones de género en estos mandatos. Ser fiel a las Escrituras implica abrazar este llamado a la edificación mutua, reconociendo el valor y la dignidad de cada miembro en el cuerpo de Cristo, sin importar su género. La fidelidad bíblica no se basa en dogmatismos humanos, sino en la sumisión a la Palabra de Dios y su orden para la comunidad de creyentes.

Una cosa es ser dogmático, otra cosa es ser Escritural.

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