La iglesia

Por Ron Hanko [1]

La Escritura habla tan a menudo sobre la iglesia de Jesucristo que su estudio tocante a esta enseñanza concerniente a la iglesia es una parte separada de teología. Varios libros del Nuevo Testamento tienen a la iglesia como su enfoque principal. Por ejemplo, el libro de los Hechos de los apóstoles nos cuenta sobre la historia de la reunión de la iglesia del Nuevo Testamento; 1 Corintios nos habla sobre todo de la fidelidad de Dios a su Iglesia (1 Corintios 1:9) y Efesios tiene como tema central a la iglesia como el cuerpo de Cristo (Efesios 1:22, 23; 5:30-32); Colosenses por otra parte hace enfasis en la gloriosa verdad de que Cristo es la Cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18; 2:10) y 1ra de Timoteo nos enseña sobre el comportamiento adecuado del creyente en la iglesia (1 Timoteo 3:15); como Tito promueve el buen orden en la iglesia (Tito 1:5).

Así, la doctrina de la Iglesia no debe ser descuidada o pasada por alto. Sin embargo, son pocos los que saben hoy en día lo que la Biblia enseña sobre la iglesia o ni siquiera se dan cuenta del por qué es tan importante en sí.

La palabra griega traducida como iglesia significa “llamados a fuera”. El nombre iglesia en el sentido más alto y bien definido se refiere a aquellos que son salvos y solo para ellos se refiere este término. Este nombre de iglesia nos recuerda que los verdaderos miembros de ella son aquellos que son “llamados. . . de las tinieblas a su luz admirable ” (1 Pedro 2:9). También nos recuerda que su lugar en la iglesia es por gracia divina. No es por la elección de los miembros o por sus obras, sino por el llamado eficiente de Dios a ellos.

Que los miembros de la iglesia sean “llamados a fuera” no sólo se refiere a la salvación del pecado de ellos (llamados a fuera de las tinieblas), sino también a su separación espiritual del mundo y de la maldad que hay en él (2 Corintios 6:14-18). Esto implica que en el nombre de iglesia está también la santidad y la obediencia de los miembros de la iglesia. Una iglesia cuyos miembros no sean santos no merece ser nombrada iglesia al fin.

La santidad es esencial para la existencia misma de la iglesia, ya que hacia la santificación los miembros son llamados; escogidos… para que fuéramos santos (Efesios 1:4) y redimidos… a fin de presentaros santos (Colosenses 1:21-22). La santidad de la iglesia es importante porque tiene que ver con el propósito de Dios en Su iglesia. La razón de la existencia de la iglesia es para la gloria de Dios (Efesios 1:6, 12). Es en la santidad de la Iglesia y de sus miembros que el propósito de Dios es alcanzado. Una iglesia impía cuyos miembros no son santos, no puede y no glorifica a Dios. En la santidad de la iglesia, ante todo, la gloria de Dios resplandece.

Es para la vergüenza y el dolor de la iglesia que hoy sus miembros no vivan como aquellos que fueron llamados a fuera. Si la iglesia en sí no es en nada diferente del mundo y en su enseñanza, en la conducta de sus miembros y en sus prácticas, entonces su testimonio al final será ineficaz. La gloria de la iglesia, y la gloria de su testimonio a este mundo perdido, se encuentra en su llamado a fuera, su separación, y vida santa como diferencia a un mundo malvado.

Oremos pues para que todos los miembros de la iglesia de Cristo puedan ser “santos y sin mancha delante de Él. . . para alabanza de la gloria de su gracia ” (Efesios 1:4, 6). Sólo de esta manera el testimonio y la obra de la iglesia podrán prosperar.


[1] Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 217-218. Título en inglés: The Church.

 

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