Solo el Cristianismo con su énfasis en la revelación Divina, hizo posible el conocimiento, la educación y la formación como parte esencial del individuo y la sociedad, siendo esto la misión principal de la iglesia al proclamar la verdad la cual debe ser entendida y recibida, para luego ser estudiada y comunicada para futuras generaciones. Dicho conocimiento y verdad siempre estuvo disponible públicamente (siendo ésta la intención siempre del Cristianismo) para todos los hombres y mujeres. algo que no ocurría con el conocimiento propio de Grecia y sus filósofos o en el imperio Romano y sus instructores ni por la religión Romana medieval y sus sacerdotes y monasterios, donde el conocimiento y la educación era algo meramente exclusivo para una clase aristócrata “virtuosa” y apoderada.
Celebrar la Reforma del siglo XVI, es celebrar el regreso al Cristianismo como la revelación de Dios para este mundo y por el cual se convierten individuos a la verdad y se crean sociedades civilizadas para la manifestación del reino de Dios.
Parte del Cristianismo es entender el énfasis que la Escritura hace sobre la Libertad (Juan 8:31-32, 36, Salmos 119:45, Santiago 1:25) la cual presupone a Dios hablando y gobernado por Su Palabra-Ley.
El libertarismo como cosmovisión política con sus ideales de gobierno (externo) limitado, libertad individual, propiedad privada, mercado libre y un énfasis en el autogobierno, fue un producto de la civilización Cristiana desarrollada en Europa pero con sus fundamentos y principios en el Cristianismo Bíblico. Dichos principios mencionados ya en el siglo segundo de la Cristiandad;
“Ha sido declarado con toda evidencia que los predicadores de la verdad y Apóstoles de la libertad, a ningún otro llamaron Dios o Señor, sino al único Dios verdadero, el Padre, y a su Verbo que tiene la soberanía sobre todas las cosas…” Ireneo (180 d.C.)
“En cambio, con la venida del Señor, un Nuevo Testamento se extendió por toda la tierra, según habían dicho los profetas, como una ley de vida que habría de reconciliar los pueblos en la paz: «Porque de Sion saldrá la ley y de Jerusalén la Palabra del Señor. El juzgará a muchas naciones, convertirá las espadas en arados y las lanzas en hoces, y ya no se prepararán para la guerra» (Is 2,3-4)… Mas si la ley de la libertad, es decir la Palabra de Dios que los Apóstoles, saliendo de Jerusalén, anunciaron por toda la tierra, ha provocado tal transformación que las espadas y las lanzas se convierten en arados y en hoces que él nos ha dado para segar el trigo (es decir que los ha cambiado en instrumentos pacíficos), y en lugar de aprender a guerrear aquel que recibe un golpe pone la otra mejilla (Mt 5,39), entonces los profetas no han hablado de ningún otro, sino del que ha realizado estas cosas…” Ireneo (180 d.C.)
Estos principios fueron luego ratificado cuando la Reforma del siglo XVI regreso al Cristianismo Bíblico nuevamente, enfatizando con ello el deber del individuo y de la sociedad misma al ser autogobernados por la Palabra de Dios. Así el libertarismo (no confundir con libertinaje o liberal) es el resultado lógico del desarrollo de la cosmovisión social Cristiana y el avance del Reino de Dios y de Su evangelio.
El historiador Félix Rachfahl en su obra Capitalismo y Calvinismo, lista seis formas en que la Reforma del siglo XVI dio a luz a la libertad y prosperidad del Occidente por su regreso al Cristianismo;
1) La Reforma fomentó que el intelecto del ser humano debe ser desarrollado no solo en lo teológico sino también en lo secular.
2) La Reforma trajo la educación a las masas y a las familias.
3) La Reforma enfatizó el trabajo y la necesidad y productividad de éste.
4) La Reforma triunfó sobre la responsabilidad e independencia individual.
5) La Reforma señaló un alto estándar moral para la sociedad.
6) La Reforma adoptó paulatinamente una separación de Estado e Iglesia.
En resumen y nuevamente, solo el Cristianismo con su énfasis en la revelación Divina, hizo posible el conocimiento, la educación y la formación como parte esencial del individuo y la sociedad, siendo esto la misión principal de la iglesia al proclamar la verdad la cual debe ser entendida y recibida, para luego ser estudiada y comunicada para futuras generaciones. Si no es Dios hablando por Su Palabra quien gobierna nuestras vidas, familias, iglesias y sociedades, será entonces un gobierno externo el cual se agiganta vez tras vez por la ignorancia de los gobernados.