A continuación coloco un excelente dialogo que sostuvimos tiempo atrás con mi estimado Claudio René González Ramírez (quien es una de las mentes brillantes en nuestros tiempos) como también Joa Pignanelli quien es alguien muy lúcido en sus publicaciones en su cuenta de Facebook.
Mi argumento es sencillo: Si se apela a proposiciones inspiradas no-canonizadas en la actualidad entonces al final el axioma del Cristianismo no es la Escritura en sí misma sino la inspiración de Dios al hombre independientemente de las Escrituras. Ya que TODA proposición inspirada por Dios por cuanto es verdad de Dios es regla de fe y conducta, y en todo caso no sería ya la “Sola Escritura” la norma de fe y conducta para dicho individuo. Esto siempre y cuando Dios esté revelado a individuos proposiciones inspiradas con significados informativos no-canonizados en la actualidad.
Una cosa es que alguien obtenga proposiciones que se «deducen» de las proposiciones ya reveladas en las Escrituras (“está expresamente expuesto en las Escrituras, o por buena y necesaria consecuencia puede deducirse de ellas” CFW 1:6), y otra cosa muy distinta es el tener en un sistema de pensamiento otras proposiciones como verdaderas independientemente de las Escrituras. En este último caso la fuente máxima de conocimiento y verdad ya no es la “Sola Escritura” sino una inspiración independientemente de la Escritura la cual le es particular y privada al individuo (“a las cuales nada debe añadirse en ningún tiempo ya sea por nuevas revelaciones del Espíritu o por tradiciones humanas.” CFW 1:6).
Porque como Escrituralistas afirmamos que “La Biblia es SOLO la Palabra de Dios” el continuacionismo es incompartible con el Escrituralismo.
El tema se expande mucho más por lo cual recomiendo hacer la lectura debida a este dialogo.
A Dios sea toda la gloria!
Al final el continuismo es algo incierto, porque no se puede saber si la “profecía” que dices es real o no, aunque se cumpla, porque no puedes saber si es que le achunto. Mejor confiemos en la SOLA ESCRITURA que en algo total y absolutamente incierto, que es el llamado que hace el continuismo.