“Yo fui confesor de la fe cuando la persecución de tu abuelo Maximiano. Si tú la reiteras, estoy dispuesto a padecerlo todo antes que a derramar sangre inocente ni ser traidor a la verdad. Haces mal en escribir tales cosas y en amenazarme (…) Dios te confió el Imperio, a nosotros las cosas de la Iglesia (…) Ni a nosotros es lícito tener potestad en la tierra, ni tú, Emperador, la tienes en lo sagrado…” Osio de Córdoba (295-357).
La cita proporcionada aquí de Osio de Córdoba nos presenta una confrontación entre poderes: el temporal, representado por el emperador y su legado de persecuciones, y el espiritual, personificado por la Iglesia y sus representantes. Esta confrontación entre la autoridad eclesiástica y la política ha sido una constante a lo largo de la historia, y la cita ofrece una visión sobre la naturaleza y límites de ambos poderes.
Para entender a profundidad este extracto, primero, debemos situarnos en el contexto histórico. Maximiano fue uno de los tetrarcas romanos que persiguió a los cristianos en los últimos años del Imperio Romano. Osio, al identificarse como confesor de la fe en tiempos de persecución, está subrayando su lealtad y compromiso con su creencia y con la verdad, incluso cuando enfrentarla implicaba peligro mortal.
La frase “Haces mal en escribir tales cosas y en amenazarme” refleja el desdén hacia cualquier amenaza o persecución venidera. A pesar de la aparente superioridad del poder terrenal del emperador, para Osio, la verdad espiritual y moral tiene un rango mayor. Al afirmar que Dios le confió al emperador el Imperio y a ellos las cosas de la Iglesia, se está trazando una clara línea divisoria entre los ámbitos de influencia y autoridad de ambos poderes.
El mensaje subyacente es que la esfera religiosa y espiritual no debería ser vulnerada por el poder terrenal. La autonomía de la Iglesia es, desde esta perspectiva, fundamental para mantener la verdad y la integridad de la fe.
Lo que resulta especialmente interesante es cómo esta confrontación entre lo sagrado y lo terrenal ha continuado manifestándose a lo largo de la historia. Desde la relación entre el papado y los monarcas europeos en la Edad Media, hasta las tensiones modernas entre gobiernos seculares y organizaciones religiosas, la dinámica de poder y autoridad en estas dos esferas ha sido una fuente constante de conflicto y negociación.
La insistencia de Osio en que no es “lícito” que ni ellos ni el emperador traspasen sus respectivas esferas de autoridad es una poderosa declaración de principios. Esta visión, de que existen dominios que son inherentemente incompatibles y que no deben mezclarse, es una que ha resonado a lo largo de los siglos en diversos contextos.
En conclusión, las palabras de Osio de Córdoba nos ofrecen una reflexión profunda sobre la relación entre el poder temporal y espiritual, y los desafíos inherentes a la convivencia de estas dos esferas de influencia. Su llamado a respetar las líneas divisorias entre ambas autoridades es una lección atemporal sobre la importancia de reconocer y respetar las distintas esferas de autoridad y poder en cualquier sociedad.