Hace poco en un foro por Facebook alguien me decía lo siguiente en base a lo que yo había expresado anteriormente en ese foro, “que el calvinismo que yo profeso, o mejor dicho las doctrinas de la gracia que me adhiero, son primeramente bíblicas, y luego históricas”:
“Rafael, el punto no es que el calvinismo que profesas sea bíblico primeramente y luego histórico, pues de paso estás ignorando que a través de la historia es que se ha podido refinar e interpretar adecuadamente, cada vez más, las propias doctrinas bíblicas. Otro error que veo en la presentación de tu postura es querer presentar que tu interpretación sobre alguna porción de la escritura sea siempre la correcta y la única, sabiendo que ha lo largo de toda la historia, incluso dentro de un mismo bando, han existido y existen muchas interpretaciones distintas para un mismo texto bíblico.
Hay algunas personas que ya han entendido esto, es decir el hecho de que pudiesen estar equivocados en su interpretación bíblica, ya sean calvinistas o arminianos, lo que ha llevado que algunos digan puúblicamente, como Albert Mohler y John Piper, que la interpretación contraria a la de ellos, la arminiana histórica, es una interpretación válida y coherente escripturalmente, pero que no la comparten. Otra cosa es decir que tu interpetación es la correcta, y que todos los demás están en el error, como le pasa a muchos, ya sean calvinistas o arminianos, y esto sólo refleja orgullo intenso, del tipo de orgullo que reflejaron los fariseos en el tiempo de Jesús, que ellos juraban que habían interpretado correctamente la Palabra, y sin embargo, en su orgullo intelectual, no se daban cuenta que podrían haber estado equivocados.“
A lo cual yo pregunté:
“¿Tu posees alguna «doctrina correcta» o siempre estás consciente de que puedes estar en un error al profesar lo que presupones es verdad?”
“Rafael, yo estoy convencido de la interpretación que sostengo es la más adecuada de acuerdo a todo el consejo de Dios, sin embargo no descarto el que pudiera estar equivocado, y que la otra interpretación escriptural sea la correcta. Hay otros por el contrario, que muestran un orgullo intenso, y dicen que su interpretación es la correcta, que los demás están equivocados y descartan, del todo, que ellos sean los que pudiesen estar equivocados en su interpretación.”
Aquí mi respuesta:
“Gracias por responderme, y ya que no descartas que la otra interpretación opuesta a la tuya al final sea la correcta, por lo tanto, veo que en tu caso no puedes afirmar en ningún tiempo que posees X doctrina correcta en absoluto, ya que puedes estar equivocado y al hacerlo mostrarías una contradicción de tu parte y una necedad por lo dicho. Ya que si reclamas tener alguna verdad correcta en tu cosmovisión, en tu propio criterio serías un orgulloso intelectual igual que los fariseos.
Por ejemplo, si tu afirmas que tu Cristología es correcta, tu eres un orgullo intelectual igual que los fariseos ya que existen otras interpretaciones diferentes como el docetismo, abionismo, adopcionismo, arrianismo, apolinarismo, nestorianismo, monofisismo, monotelismo y hasta los mormones o testigos de Jehova quienes sostienen otra interpretación opuesta a la tuya. Pues es un error “querer presentar tu interpretación sobre alguna porción de la escritura como siempre la correcta y la única, sabiendo que ha lo largo de toda la historia, incluso dentro de un mismo bando, han existido y existen muchas interpretaciones distintas para un mismo texto bíblico.“
Si te das cuenta, antes de ser Calvinista soy Escrituralista y por lo tanto contra la verdad nadie puede.”
¿Cómo evitar este irracionalismo de la iglesia visible?
Me sorprende que los que más promulgan ser “sana doctrina” en realidad sostienen con mayor ahínco doctrinas filosóficas opuestas a la Escritura.
Tal es el caso de este «perspectivismo» mostrado anteriormente. Ellos afirman que no existe ningún conocimiento de «precisión absoluto» el cual pueda coincidir con el conocimiento que alguien profesa tener. Entiéndase en el sentido de que la Palabra Escrita de Dios que revela Sus pensamientos no puede coincidir con lo que el hombre pueda pensar en base a ella para conocer X verdad. Ya que al final para ellos todo consiste en un punto de vista particular cognitivo y así la verdad no es definitiva. Por lo tanto todo se resume a una perspectiva particular de lo que podría ser verdad.
Gordon Clark corrigió este error cuando escribió lo siguiente:
Para evitar este irracionalismo… debemos insistir que la verdad es la misma para Dios y el hombre. Naturalmente, es posible que no podamos conocer la verdad sobre algunos asuntos. Pero si conocemos alguna cosa, lo que conocemos debe ser igual a lo que Dios conoce. Dios conoce toda verdad, y a menos que conozcamos algo que Dios conozca, nuestras ideas son falsas. Es absolutamente esencial, por lo tanto, insistir que existe un área de coincidencia entre la mente de Dios y la nuestra.[1]
W. Gary Crampton comentaría al respecto:
El Dr. Clark no estaba negando que exista una diferencia en grado entre el conocimiento de Dios y el conocimiento del hombre. Dios siempre conoce más proposiciones que el hombre. Lo que el Dr. Clark estaba afirmando es que hay un punto donde el conocimiento de Dios y el del hombre son idénticos. Debe existir un punto en el cual la mente del hombre coincida con la mente de Dios. Sin éste, el hombre no puede conocer ninguna verdad. [2]
Por lo tanto, ya que los conceptos e información que proceden de Dios están revelados en Su Palabra escrita y que por la gracia divina el hombre puede razonar a partir de ellos, se sigue entonces que X doctrina puede ser validada intelectualmente corroborado así la fuente de ella misma: la Escritura, que contiene los conceptos, ideas y el lenguaje informativo de Dios para que el hombre regenerado pueda tener certeza de la verdad.
Ejemplo: los bereanos, quienes corroboraban el evangelio de la gracia predicado por Pablo en las Escrituras.
[1] Gordon H. Clark, An Introduction to Christian Philosophy (The Trinity Foundation, 1993), 76-77. [2] Un Llamado a la Racionalidad Cristiana (link)