El pacto con Adán

 

Por Ronald Hanko [1].

Sólo existe un pasaje de la Escritura que habla explícitamente de un pacto con Adán, que es Oseas 6:7: “Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí.” La palabra hombres en el versículo 7 significa o bien “hombre” o “Adán” (son la misma palabra en hebreo). Sin embargo al traducirlo el verso habla o bien de un pacto con Adán ya sea haciendo referencia a un pacto que Adán transgredió personalmente o que la humanidad en su totalidad transgredió juntamente con él.

Creemos que este pacto con Adán no fue un pacto separado sino la primera revelación del único pacto eterno de la gracia de Dios. Ciertamente si el pacto es eterno entonces puede haber sólo un pacto, y Adán también estaba incluido en ese pacto según Génesis.

Esta primera revelación del pacto de Dios muestra lo que el pacto en sí mismo significa. En esta primera revelación o despliegue del pacto, Dios reveló que Él es el Dios amigo de Su pueblo y que Él vive con ellos en una bendita comunión como Génesis lo presenta en el huerto del Edén. Además en esta primera revelación del pacto, Dios revela cuál debe ser la vocación del hombre dentro del pacto en sí, es decir, esa vocación de vivir en agradecida obediencia —no meritoria— ante Dios.

Que esto era sólo una revelación del único pacto de Dios es claro a partir del hecho de que la Escritura habla de nuestra reconciliación con Dios después de que Adán transgredió dicho pacto (2 Corintios 5:18-21). La palabra reconciliación es en gran medida una palabra pactual e implica no sólo una relación previa existente que ha sido dañada o rota sino aún más, implica también que esta relación no ha sido completamente destruida en su totalidad. Es sólo posible hablar de una  reconciliación cuando la relación anterior no ha sido arruinada por completo sino más bien está siendo restaurada y renovada para una permanencia segura.

Si no fuera así tendríamos que hablar de Dios siendo frustrado y teniendo que cambiar de planes en sus decretos divinos, pues su primer pacto con el hombre y el propósito de éste habría sido completamente arruinado y de este modo Él estaría frustrado haciendo los cambios necesarios a sus propósitos forzándolo a empezar de nuevo con uno nuevo pacto. Lo cual sería absurdo pensar.

Entonces, ¿Cómo podría el pacto con Adán (antes de su caída) ser un pacto de gracia? Debemos recordar que gracia es siempre un favor inmerecido. Todo lo que Adán era como todo lo que él tenía era sólo por el favor inmerecido de Dios. Por lo tanto, ¿Qué había hecho Adán antes de su caída para merecerse dicha comunión con Dios en el huerto cuando Dios mismo ya había estableció su pacto de forma libre con él y por gracia? ¿Qué podría haber hecho Adán para merecerse y recibir algo de Dios cuando Adán mismo le debía toda su existencia a Él?

E incluso, fue la gracia divina que mantuvo esta relación de pacto con Adán como también garantizaba que el pacto con Adán no vendría a ser destruido tras su caída. Tan pronto Adán cayó en pecado Dios vino a él y puso enemistad entre la serpiente y la mujer, renovando así la relación pactual de amistad que Dios tenía con él (Génesis 3:15). Nuestros primeros “padres” habían elegido pecaminosamente la amistad del diablo pero Dios, quien los había elegido para ser Suyos, no los dejaría continuar como amigos de Satanás. Con el fin de que su pacto con ellos pudiese continuar, Dios los vistió con pieles de animales ofreciendo así el primer sacrificio por ellos el cual apuntaba a Cristo que estaba por venir (Génesis 3:21).

De este modo vemos que el trato de Dios con su pueblo pactual es siempre y sólo ha sido de pura gracia. No existe otra base sobre la cual el Dios eterno pueda tratar con nosotros en esa bendita comunión.


[1] Ronald Hanko, "The Covenant with Adam", Doctrine According to Godliness páginas 168-169.
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