Porque hoy en día hay que defender el evangelio glorioso de Jesucristo aún de los propios “evangélicos” quienes lo distorsionan, a continuanción presentamos una breve explicación sumamente importante acerca del Evangelio de Jesucristo y Su natividad, deseando así que sea de bendición al pueblo de Dios.
Por Anderson Cardona
Hace mucho tiempo nos nació un niño, un hijo nos fue dado. En la ciudad de David, nació el Salvador, Cristo el Señor. La promesa de Dios envuelta en pañales. El Hijo del Altísimo concebido por obra y poder del Espíritu Santo a través de una de Sus siervas. El Creador del mundo, siendo concebido milagrosamente. El Dios eterno, encarnando para salvar a Su Pueblo de sus pecados. El Rey de reyes, tomando forma de súbdito. El Señor de señores, no escatimando ser igual a Dios como algo a que aferrarse, se despojó de Sí mismo haciéndose como Sus siervos. El Buen Pastor, convirtiéndose en el Cordero que sería inmolado.
Ahora, aunque podemos hablar mucho acerca de la natividad de nuestro Señor y de que en Su nacimiento se mostró de forma milagrosa y única el poder de Dios, solo la muerte y resurrección de Cristo es poder de Dios para salvación. No miren al niño, sino al hombre. Su ministerio empezó siendo hombre, no niño. El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, ¡glorioso!, pero solo el Varón de dolores nos puede dar salvación. Su natividad no nos da salvación. Pongan su mirada en el Gólgota, y no más en Belén. Su venida fue la necesaria antecesora de Su redención, pero hemos de recordar y predicar a Cristo crucificado para salvación, no al niño nacido. No miren el pesebre, miren la cruz y el sepulcro vacío.
Publicado por Anderson Cardona en su cuenta de Facebook.
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