Porque hoy en día hay que defender el evangelio glorioso de Jesucristo aún de los propios “evangélicos” quienes lo distorsionan, a continuanción presentamos una serie titulada: El Evangelio de Jesucristo contra el Neolegalismo, deseando así que sea de bendición al pueblo de Dios.
Por John W. Robbins [1]
El legalismo y las leyes hechas por los hombres
Un malentendido común de lo que se piensa es el legalismo es que uno es un legalista sólo si trata de obedecer o por el insistir en que otros obedezcan leyes hechas por los hombres. En esta forma de pensar entonces, uno no puede ser un legalista si está comprometido exclusivamente en obedecer la Ley de Dios.
El ejemplo principal de legalismo —alguien me decía—, son los fariseos, que basándose en sus tradiciones habían invalidado la Ley de Dios. Ahora, para estar seguros, nadie niega que los fariseos eran legalistas. Pero esta persona no entiende en realidad lo que hacia que los fariseos fuesen legalistas.
Ellos no eran legalistas porque añadian a la ley de Dios nuevos mandamientos de hombres, sino porque pensaban que por mantener la ley podrían obtener la salvación. A éstos los podemos comparar con los judaizantes que estaban corrompiendo el Evangelio de Jesucristo en la iglesia en Galacia. Los judaizantes en Galacia no inventaron nuevas leyes para que los cristianos guardasen, como los fariseos no inventaron nuevas leyes para los Judios; ellos simplemente insistieron en que los cristianos deberían guardar la Ley que Dios mismo ya había impuesto. Los judaizantes se ganarón la maldición de Pablo en su carta a las iglesias de Galacia al igual que los fariseos se ganaron la maldición de Jesús en Mateo 23 por esto.
Los judaizantes eran legalistas como los Fariseos lo eran por el hecho de querer guardar la Ley de Dios para salvación.
El legalismo y guardar la Ley de Dios
Otro malentendido afirma que el legalismo es la preocupación de guardar la Ley de Dios. Este es también un malentendido muy popular de lo que es legalismo, y que con frecuencia conduce a acusar con escrúpulos a cualquier persona de ser un legalista por obedecer la Ley de Dios. Así que, si uno se niega a trabajar, ir de compras o hacer deporte el domingo, se le acusa de ser un legalista.
Pero ser escrupuloso en relación a la Ley de Dios no es necesariamente legalismo; lo que hace a uno ser un legalista por guardar la Ley de Dios es por guardarla por el motivo equivocado. Si uno es escrupuloso acerca de obedecer la Ley de Dios porque al final ésta es su esperanza, o tiene la intención o deseos de guardar la Ley para obtener o retener su salvación, entonces sin duda él es un legalista, y está totalmente perdido. Pero si uno trata de guardar la Ley de Dios, no con el fin de ser salvo en el juicio final, sino porque ya es alguien salvo por la sola fe en Jesucristo y por ende es agradecido por esa salvación, entonces no es un legalista, sino simplemente un cristiano.
[1] The Gospel of Jesus Christ versus Neolegalism, For the King: The Trinity Review, 1999-2008, page 214.
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