A menudo escuchamos decir: “Lo que importa no es cuánto sabes de la Biblia sino cuánto de la Biblia aplicas a tu diario vivir.” En otras palabras, “Lo que importa no es lo [qué] crees, sino [cómo] lo vives, esto es lo que al final verdaderamente importa.” Y uno de los textos que usan para dicha postura es 1 Corintios 13:2 en donde Pablo dice lo siguiente:
«Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy.
¿Está Pablo invalidando toda clase de conocimiento para solo validar al final el comportamiento del individuo? Primero comencemos con el texto de 1 Corintios 13:2. Si lo que desean es invalidar con este texto el [conocimiento cuantitativo] de la Escritura que alguien pueda poseer, para luego resaltar como máxima verdad el [comportamiento cuantitativo] del individuo el cual debe procurar, entonces, según este texto de 1 Corintios 13:2, no les ayuda en absoluto.
Según 1ra de Corintios 13:2 ninguno que posee un conocimiento verdadero asume saber [todos los misterios de Dios] (es más, no hay revelación escrita sobre ellos), como tampoco afirma conocer [exhaustivamente todo conocimiento de Dios], Dios es omnisciente y solo ha revelado lo que a Él le ha placido. Ahora, lo que sí enseña este texto es que si alguien tuviese don de profecía; y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tiene amor, entonces, nada es. Ya que el amor es un consecuente natural posible de lo que si es conocible y ha sido revelado y no de lo que es un imposible: “conocer” todos los misterios y todo conocimiento, y toda fe y carecer del conocimiento del amor.
Es el deber de todo creyente el crecer en todo conocimiento verdadero el cual le es posible por la [revelación Escrita de Dios] (Deuteronomio 29:29). En el mismo contexto de 1 Corintios 13 Pablo afirma que el amor se goza juntamente con la verdad (1 Corintios 13:6) y Jesús ora para que los creyentes sean «santificados en la verdad» (Juan 17:17), entonces lo que al final verdaderamente «importa» en la vida del creyente es si éste está siendo santificado en el conocimiento de la verdad (2 Pedro 3:18), el fruto (el cual es en diferentes grados y etapas), es un consecuente al ser santificados en la verdad de Dios (Juan 15:3-5).
Por lo tanto decir que “el conocimiento verdadero que algunos tienen no les vale de mucho si no les lleva a dar fruto”, en lógica proposicional lo que están diciendo es que:
- Si no Q, entonces P no vale.
Pero esto es opuesto a la Escritura que afirma y enseña:
- Que P vale (por sí mismo) por eso existe Q.
«Pues su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, «mediante» el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, (2 Pedro 1:3).
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