Por John W. Robbins [1]
Iglesias protestantes contemporáneas
Nosotros sinceramente creemos que si Lutero viviera hoy en día, él haría la misma crítica básica de la justificación solo por fe a las iglesias protestantes como lo hizo contra la Iglesia romana hace casi 500 años. La doctrina de la justificación solo por fe por la justicia vicaria de Jesucristo ha desaparecido en la mayoría de las iglesias protestantes en la actualidad. El hecho es que el protestantismo de hoy está mucho más cerca de la tradición católica romana que de los Reformadores.
En primer lugar, la cuestión de la justificación ante el Dios infinitamente santo no es la cuestión candente de la religión contemporánea. Hoy en día se da por sentado que Dios es misericordioso y que perdona los pecados y acepta a pecadores. El temor bíblico saludable hacia Dios brilla por su ausencia. Lo que queremos saber no es, ¿Cómo puedo agradar a Dios? sino, ¿Cómo puede Dios complacerme a mí, al hacer de mi vida una vida radiante de felicidad, sanando mis enfermedades, y haciéndome pleno y satisfecho?. Ya no se formulan más preguntas Teocéntricas, sino solo antropocéntricas. El hombre y sus necesidades psicológicas son el centro de atención, no así Dios y su justicia. Y de esta forma, las cosas no van a mejorar de ningún modo a menos que la santa ley de Dios y el Evangelio sean proclamados.
En segundo lugar, aun cuando se reconoce el Evangelio, éste ha sido remplazado de su primer lugar. Ya hemos visto que el Evangelio es histórico y por ende no tiene ningún elemento subjetivo. Sin embargo, éste sí da frutos subjetivos. Cuando es proclamado y creído cambia vidas -produce amor, alegría, paz, bondad, templanza y humildad en los corazones de los hombres y las mujeres. La experiencia que trae a los creyentes es real y vital. Pero siempre debemos recordar que el orden bíblico y la perspectiva correcta es que lo histórico es sobre lo personal:
Histórico – Personal
Esto significa que el aspecto de por nosotros debe siempre está firme antes de y por encima del aspecto de en nosotros. Jesús advirtió a los discípulos de esto cuando éstos regresaban de una excursión misionera de exitoso. Ellos se regocijaban del hecho de haber tenido una experiencia gloriosa de trabajo en el nombre de Cristo -predicación, demonios expulsados, sanidades, milagros, gozo y etc. Sin embargo Jesús les dijo: no os regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. (Lucas 10:20).
Pero la historia de la iglesia ha demostrado que la tendencia maldita de la naturaleza humana es de invertir el orden hasta que lo personal esté por encima de lo histórico. (O, para decirlo de otra manera, que lo hecho en usted se eleve por encima de lo que fue hecho a favor para usted.) Cuando el elemento histórico del Cristianismo se eclipsa, la verdad unívoca del mensaje cristiano se pierde, y el Cristianismo se reduce a todo lo demás en el mundo que le ofrece una experiencia gloriosa. Y cuando la experiencia religiosa en sí es predicada como el Evangelio, es el evangelio del mismo Anticristo que es predicado. Porque cuando lo personal se coloca por encima de lo histórico, el orden divino sea invertido y por ende es anticristiano.
Es un hecho interesante (y alarmante) que la elevación de lo personal por encima de lo histórico ha tenido lugar tanto en las alas liberales y conservadoras de la escena religiosa de nuestros dias. En el ala liberal el hombre y su experiencia son elevados a un protagonismo no bíblico a través de enseñanzas tales como la “teología de encuentro” (Emil Brunner), el “desmitificar” la verdad (Rudolph Bultmann), y la negación de la revelación proposicional (Karl Barth y otros). Todo esto significa que el hombre y su experiencia (visión, corazonada, intuición) son sustituidos por Dios, su Palabra y su Evangelio. En lugar de que el hombre como criatura esté siendo transformado por la renovación de su mente (Romanos 12:3, Efesios 4:13-16), por el contrario el hombre asume el papel de transformar a Dios y a su Palabra a su propia imagen perversa.
Cuando nos fijamos en la ala conservadora de las iglesias – ya sea romanismo, pentecostalismo, o neo-evangelicalismo – vemos que esto ha tenido el mismo lugar. Aquí el motivo dominante es la centralidad de la experiencia religiosa. En la tradición romanista esto se ve en la doctrina de la gratia infusa – el concepto de la justificación por gracia infusa en el pecador (los sacramentos y la vida cambiada). En el pentecostalismo se ve en la preocupación por el Espíritu Santo y la experiencia interna de la posesión del Espíritu y sus manifestaciones. De la misma forma en Neo-evangelicalismo se ve en la salvación por la experiencia interior del nuevo nacimiento, una nueva psicología, el evangelio de la vida cambiada, el testimonio de la vida llena del Espíritu del creyente, o las glorias y maravillas de la entrega total y auto-crucifixión personal. En todo esto hay un creyente-centrismo que es contrario a la Biblia. Todo esto es el mismo error viejo de poner lo personal sobre lo histórico, lo subjetivo sobre lo objetivo, la experiencia sobre la verdad. Y que, sean hombres religiosos quienes hacen esto no altera el crimen, porque después de todo el fin del pecado es el pecado religioso (Mateo 23:15).
[1] Antichrist 1999, For The King, The Trinity Review, 1999-2008, page 33. (Algunos textos Bíblicos añadidos por el traductor).