En el gran lienzo de la Reforma Europea, donde resaltan nombres como Lutero y Calvino, hay una figura en la península ibérica que brilla por sí sola: el Dr. Constantino Ponce de la Fuente. Si bien algunos pueden argumentar que la relevancia de la reforma en España no fue tan pronunciada como en otros lugares, el legado de Constantino y su firme compromiso con la fe cristiana nos recuerdan la importancia de la perseverancia en la verdad.
Una Educación Destacada
Nacido en la villa de San Clemente en 1502, Constantino comenzó a marcar su huella tempranamente con su apetito insaciable por el conocimiento. Su paso por la Universidad Complutense de Alcalá de Henares y el posterior doctorado en teología en Sevilla le dieron una base académica sólida. Pero no solo fue un erudito académico, su origen judío converso y su dedicación autodidacta lo convirtieron en un conocedor profundo de las Escrituras y del idioma castellano.
Un Predicador Admirado
Más allá de su erudición, fue su capacidad para conectar con las personas a través de sus sermones lo que le ganó reconocimiento. Ser llamado por el emperador Carlos V y su hijo Felipe a la corte real como capellán y predicador real no es una hazaña menor. El compromiso de Constantino con la verdad bíblica y su habilidad para presentar teologías complejas de una manera comprensible para la gente común lo hicieron resaltar. Su fama llegó a tal punto que las multitudes se congregaban horas antes de sus sermones solo para obtener un buen lugar y escuchar su mensaje.
Persecución y Legado
Sin embargo, la fama y la erudición a menudo vienen acompañadas de enemigos. La Inquisición, al descubrir los escritos de Constantino, lo sometió a un proceso inquisitorial. A pesar de la adversidad, su firmeza y confesión clara de fe son un testimonio de su compromiso con la verdad. Su trágica muerte en prisión y su post-mortem quema en la hoguera muestran las dificultades que enfrentó por sus creencias.
Y, sin embargo, la llama de su legado continúa. El hecho de que sus sermones basados en el Salmo 1 hayan sido publicados recientemente y presentados en la biblioteca de Sevilla, cerca del lugar donde fue injustamente ejecutado, muestra que su influencia persiste.
En su Confesión de un pecador (1547), el Dr. Constantino nos deja un ejemplo de su fervor reformado;
“Vengo, Señor, para que me oigáis, no de mi justicia, sino de mis pecados; no mis derechos, sino de mis culpas, y de las grandes ofensas que yo he cometido… Tantos dioses di a mi corazón, cuantos eran los intereses de mi corazón… ¡Ay de mí, si me hubieran de juzgar los ángeles, si me hubiera de juzgar yo mismo!”
Con profunda confianza en la misericordia divina, Constantino añade:
“Por mucho que la conciencia de mis pecados me acuse, por mucho mal que yo sepa de mí, por mucho temor que me pone vuestro juicio: no puedo dejar de tener esperanza que me habéis de perdonar, que me habéis de favorecer para que nunca más me aparte de Vos… Pues que sois Redención, aquí está un cautivo en poder de mil tiranos que le han robado grandes riquezas y lo tienen en mil tormentos… Pues que sois Misericordia, ¿dónde se puede ella mejor mostrar, que donde hay tanta miseria?… Tal soy yo, que todo cuanto Vos sois es menester para mí. Tal sois Vos, Señor, y tanta sobra tenéis de todo, que con sólo una gota de cada cosa quedaré libre del todo… No tengo más que alegar para mi justicia, de conocer cuán injusto soy. No tengo con qué moveros, sino con que veáis mis grandes miserias. No tengo más derecho para el remedio de vuestra mano, sino no tener otro remedio… Convertidme, Señor, y quedaré de verdad convertido.”
Conclusión
El Dr. Constantino Ponce de la Fuente no es solo un personaje destacado de la Reforma Española, es un símbolo de erudición, compromiso y perseverancia cristiana. En un tiempo donde la persecución y la ignorancia prevalecían, Constantino se alzó como un faro de conocimiento y fe. En la actualidad, su vida nos sirve como un recordatorio del poder de la verdad y de la importancia de mantenernos firmes en nuestras convicciones, sin importar las adversidades que enfrentemos. Es, sin duda, un modelo a seguir en la fe cristiana y un pilar de la historia de la Reforma en España.