Una parte importante de la cosmovisión Cristiana es la distinción epistemológica entre el conocimiento y la opinión. A lo largo de la historia del pensamiento occidental, filósofos como Parménides, Platón y Aristóteles, se han diferenciado correctamente entre estas dos distinciones. Agustín y Gordon Clark son sólo dos ejemplos de los filósofos cristianos que han hecho lo mismo. Hay una diferencia entre aquello que «sabemos» y de aquello de lo cual podemos tener “opiniones”.
En la cosmovisión Cristiana, el conocimiento no es sólo posesión de ideas o pensamientos; es la posesión de ideas o pensamientos verdaderos. El conocimiento es el conocimiento de la verdad. En la cosmovisión Cristiana es justificada la creencia verdadera. Sólo la Palabra de Dios (lo que, como la Confesión de Westminster [1;6] dice, ‘está expresamente expuesta en las Escrituras, o por buena y necesaria consecuencia puede deducirse de ellas’) nos da tal conocimiento verdadero.
Las opiniones, en cambio, pueden ser verdaderas o falsas. La ciencia natural es una opinión; la arqueología es una opinión; la historia (con la excepción de la historia bíblica) es una opinión. En estas disciplinas no estamos tratando con “hechos”. Ya que en ellos no hay creencia verdadera justificada. Para “opinar” sobre algo no es “conocerlo”. La verdad justificada sólo se encuentra en la Palabra de Dios.
La cosmovisión Cristiana comienza con la presuposición de que la Biblia es la Palabra de Dios; esto es axiomático. Por lo tanto se deduce entonces todo lo demás de la Escritura. ¿Cómo llega el hombre al conocimiento de Dios y de su creación? Esto sólo es posible por medio de la auto-revelación de Dios. El conocimiento sólo es posible porque Dios ha escogido revelarse así mismo al hombre. Tal conocimiento no se recibe de o es descubierto por sensación o raciocinio. Todo conocimiento es revelacional y proposicional por naturaleza, y su fuente es Dios.
Tomado de The Trinity Foundation
Título en inglés: Knowledge and Opinion